Soy Gabriela Abram, Directora de Pacagua.
Mi relación con el caballo empezó en sueños, de muy chiquita, solía soñar que pescando a orillas del mar, sacaba caballos desde las profundidades del océano. Después de eso, me fui acercando a escuelas de equitación, donde comencé a entablar hermosas relaciones con caballos reales.
Ya de grande, comencé a saltar, a competir en pruebas de salto y allí conocí a mi gran maestro "Carlín", obviamente maestro de cuatro patas.
Este genial compañero, de un día a otro, empezó a manifestar diferentes dolores y enfermedades de lo más extrañas y ningún veterinario pudo dar con el diagnóstico preciso.
Empecé a buscar terapias alternativas para humanos y las estudié para aplicarlas en caballos.
Sin darme cuenta, me estaba metiendo en lo que realmente era mi destino, empecé a estudiar comportamiento equino, comunicación animal, doma sin violencia, sanaciones naturales y chamanismo.
Me olvidé de lo que era el salto y la competencia. Y eso no es nada, me mudé, a lo que ahora es Pacagua, nuestro paraíso, donde convivimos con casi 30 caballos.
Carlín fue sin duda un gran maestro que apareció en el momento justo para guiarme en mi camino.
Cuando comenzamos Pacagua, nuestra idea era criar caballos, demostrando que con un buen trato y respeto hacia su naturaleza desde chicos podíamos lograr caballos más felices y nobles, compañeros de ruta inigualables para cualquier persona que quiera montar.
El tiempo nos llevó a cambiar de rumbo, al observar las relaciones caballo/humanos, al ver todo lo que una persona podía lograr y aprender sobre sí mismo con un contacto que no necesariamente tiene que ser montado.
Aprendimos que en el exterior se estaban desarrollando las técnicas de aprendizaje a través de caballos, que en el entorno adecuado y con los caballos apropiados podían lograr maravillas en las personas, tanto en forma individual como grupal.